El estruendo de las gradas, las pantallas brillantes y los jugadores cuyos dedos vuelan sobre el teclado, decidiendo el destino de enormes premios. Los deportes electrónicos hace tiempo que dejaron de ser un pasatiempo para frikis: son una industria en la que cada torneo genera beneficios reales. Pero, ¿cómo funcionan estos flujos de dinero? Es hora de echar un vistazo entre bastidores a esta arena digital.
Empresas como Intel, Red Bull o Mercedes-Benz no escatiman en gastos en los deportes electrónicos. Y la razón está en los espectadores. Los torneos del sitio web https://stake-arg.com/ son vistos por más de 600 millones de personas, en su mayoría jóvenes a los que no les atraen los anuncios de televisión. Las marcas pagan por aparecer en la ropa de los jugadores, por los banners en las retransmisiones e incluso por el nombre de los torneos. Intel Extreme Masters, por ejemplo, no es solo un nombre sonoro, sino el resultado de una sólida inversión.
Los patrocinadores hacen mucho más que mostrar sus logotipos. Organizan espectáculos llamativos, sortean premios y lanzan proyectos conjuntos. ¿La bebida energética que aparece en las manos del streamer? No es una casualidad, sino publicidad pagada. El dinero no solo va a parar a los organizadores: los equipos firman contratos y los jugadores reciben bonificaciones por sus victorias. Sin embargo, la diferencia es enorme: un club de primera línea como Team Liquid gana millones, mientras que los novatos se conforman con unos pocos miles.
Sin espectadores, los deportes electrónicos no serían tan lucrativos. Plataformas como Twitch y YouTube Gaming convierten su atención en dinero. Los streamers obtienen ingresos por suscripciones, donaciones y publicidad. Imagina a un jugador de Fortnite que gana decenas de miles de dólares al mes gracias a los espectadores que envían generosamente pequeñas cantidades durante las retransmisiones. Torneos como The International de Dota 2 atraen a millones de espectadores, lo que se traduce en ingresos por publicidad y acuerdos de patrocinio para los organizadores.
Por cierto, los espectadores también contribuyen a la recaudación. Al comprar artículos dentro del juego, aumentan los fondos de premios. En Dota 2, los fans compran «pases de batalla» y, en 2023, el fondo de premios del torneo superó los 40 millones de dólares. Es como si cada espectador hubiera aportado un par de centavos a la caja común: una cantidad insignificante, pero que en conjunto resulta impresionante.
Los ciberatletas no son solo maestros del teclado, sino auténticas estrellas. Un jugador como Faker, de League of Legends, firma contratos por valor de millones de dólares. En los equipos de primera línea, los salarios comienzan en 5000 dólares al mes, y los líderes ganan mucho más. Pero hay un inconveniente: los premios, que se reparten entre el equipo y los mánagers, suelen constituir la base de los ingresos. La victoria abre las puertas al lujo, mientras que la derrota solo deja el salario base.
Los equipos también saben cómo ganar dinero. Firman acuerdos de patrocinio, venden merchandising y derechos de retransmisión. Algunos, como Cloud9, descubren jóvenes talentos y luego venden sus contratos con beneficios. Es casi como un traspaso en el fútbol, solo que en lugar de césped hay una pantalla.
Las apuestas en los deportes electrónicos son todo un río financiero. Juegos como CS:GO o Valorant reportan cada año enormes sumas a las casas de apuestas. Estas invierten dinero en torneos, apoyan a equipos y, en ocasiones, organizan sus propias competiciones. Pero también hay problemas: en 2020, varios jugadores fueron sorprendidos en partidos amañados, intentando lucrarse con la derrota.
Los deportes electrónicos siempre están buscando nuevas ideas. La realidad virtual, los NFT y los metaversos abren las puertas a nuevos ingresos. Las empresas ya están intentando vender trofeos digitales o entradas para torneos virtuales. Por ahora suena raro, pero puede que pronto se convierta en algo normal.
El dinero en los deportes electrónicos proviene de patrocinadores, espectadores, casas de apuestas y nuevas tecnologías. No es solo un juego, sino un negocio que está redefiniendo las reglas del deporte. Cada clic y cada victoria alimentan esta máquina, y parece que solo está ganando velocidad.